jueves, 10 de septiembre de 2015

Muerte en la vicaría (The Murder at the Vicarage). Agatha Christe


Muerte en la vicaría (The Murder at the Vicarage) es una novela de Agatha Christie publicada en octubre de 1930 por Collins Crime Club en el Reino Unido y en Estados Unidos por Dodd, Mead and Company el mismo año. En España Editorial Molino publicó la novela en 1959 dentro de su colección Selecciones de Biblioteca Oro con traducción de Carlos Paytuví de Sierra. Lleva el número 158 de la colección, tiene 239 páginas y fue reeditada numerosas veces.

Es la primera novela que tiene como protagonista al personaje de la señorita Marple, aunque el personaje había aparecido previamente en relatos cortos publicados en The Royal Magazine y The Story-Teller Magazine a partir de diciembre de 1927. Estas historias aparecerían más tarde en forma de libro con el titulo The Thirteen Problems en 1932.

Cuando el coronel Lucius Protheroe aparece muerto de un disparo en la cabeza en el estudio del vicario de Saint Mary Mead, existen al menos siete personas que tienen motivos para matarle (según la opinión de la señorita Marple). Al vivir al lado de la vicaría, nada se escapa a la atención de la madura solterona mientras cuida de su jardín. El asesinato despierta de su sopor a la pequeña población y más cuando el pintor Lawrence Redding confiesa el crimen a la policía. Entonces la señora Anne Protheroe, la esposa del asesinado,  también hace lo mismo. Se deduce de ello que ambos son amantes y que intentan protegerse el uno al otro. Sea como sea, sus movimientos en el día del asesinato hacen que sus declaraciones aparezcan como falsas. Como resultado de ello, son absueltos.
Lo que sí es peculiar es que la noche antes del crimen el coronel recibió a la señora Lestrange en su casa. Esta mujer ha alquilado una casa recientemente y su presencia despierta la curiosidad del vecindario. Corre el rumor de que puede haber chantajeado al coronel y de que tiene una relación amorosa con el médico del pueblo. Mientras tanto, un anónimo llega al reverendo Clement en el cual se le avisa del paradero de su esposa, mucho más joven que él, mientras se cometía el asesinato.

Christie utiliza a un sacerdote anglicano, el reverendo Leonard Clement, como narrador. Inmediatamente da a los lectores la impresión  de ser un narrador poco fiable. Su personaje es similar al de Hastings, el amigo de Poirot: rígido y autocrítico. El enfoque de la autora al situar a un vicario como narrador es adelantado para su época. Su opinión de que dicha profesión no consiste solamente en preparar sermones y orar por los que van a fallecer es un cambio radical respecto a otros autores contemporáneos. Es más, muestra el lado humano de Mr. Clement, el amor ciego que siente por su esposa Griselda, sus opiniones acerca de sus parroquianos y el poco entendimiento que mantiene con su coadjutor.

El suplemento literario del Times del 6 de noviembre de 1930 concluía que "como historia detectivesca, su único fallo es que se hace difícil de creer que el culpable pudiese matar a Protheroe tan rápida y tranquilamente. Los tres planos de la habitación, el jardín y el pueblo muestran que casi
ante la vista y el oído de Miss Marple, que siempre sabe todo lo que sucede y saca de ello las peores conclusiones. Además las otras tres solteronas de la parroquia (admirablemente retratadas) estaban en las otras tres casas cercanas. Miss Marple descubre al asesino al final, pero uno sospecha que lo podría haber hecho en realidad mucho antes".
La crítica de la novela en The New York Times del 30 de noviembre de 1930 empieza "La talentosa señorita Christie está lejos de estar en su mejor momento en su última novela de misterio. Ésta añadirá poco a su fama en el campo de la ficción detectivesca." La crítica continúa diciendo que "la comunidad local de solteronas es presentada con muchas habladurías y chismorreo. La cosa se alarga y el lector medio puede llegar a cansarse de todo esto, particularmente de la amable Miss Marple, que resulta ser la detective principal del caso." El crítico concluye que "la solución es un claro anticlímax."
H.C. O'Neill en The Observer del 12 de diciembre de 1930 dice que "es una historia sencilla que sitúa muy placenteramente cierto número de trampas en el camino del lector dócil. Hay una clara originalidad en su nueva manera de ocultar el misterio. La autora parece descubrirlo al principio, luego lo vuelve del revés, aparentemente prueba que la solución no puede ser cierta y así produce una atmósfera de desconcierto."
En el Daily Express del 16 de octubre de 1930, Harold Nicolson dice que "he leído mejores obras de Agatha Christie, pero esto no significa que su último libro no sea más jovial, más divertido y más seductor que la mayoría de las novelas de detectives." En una corta crítica fechada el 15 de octubre de 1930, el Daily Mirror declara que "el desconcierto está bien tramado."
Robert Barnard dice: "Es nuestra primera mirada sobre Saint Mary Mead, un semillero de robo, suplantación, adulterio y finalmente asesinato. ¿Qué es lo que el público encuentra tan agradable en estas historias? La solución estremece un poco a nuestra mente, pero existen demasiados placeres incidentales para quejarse y la fuerte dosis de acidez de ester primer esbozo de Miss Marple es más indicada para el gusto moderno que el toque azucarado de apariciones posteriores."

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