jueves, 18 de febrero de 2016

Nunca apuestes tu cabeza al diablo (Never Bet the Devil Your Head). Edgar Allan Poe


Nunca apuestes tu cabeza al diablo (Never Bet the Devil Your Head), a menudo subtitulado como "Un cuento con una moral", es un relato corto de Edgar Allan Poe, publicado por primera vez en la revista Graham’s Lady’s and Gentleman’s Magazine, en septiembre de 1841. Este relato satírico se divierte con la noción de que toda la literatura debería tener una moral y parodia el trascendentalismo, un movimiento filosófico que se desarrolló entre 1820 y 1830 en el este de Estados Unidos. Los trascendentalistas creían en la bondad inherente de las personas y de la naturaleza. Pensaban que la sociedad y sus instituciones corrompían finalmente la pureza del individuo y tenían fe en que las personas eran  mejores cuando estaban verdaderamente seguras de sí mismas y eran indenpendientes.
Este relato también se publicó en la revista Weird Tales en el número de marzo de 1924.

El narrador, presentado como el mismo autor, está consternado por los críticos literarios que dicen que nunca ha escrito un cuento moral. Entonces cuenta la historia de su amigo Toby Dammit, el cual es descrito como un hombre de muchos vicios, en parte debidos a su madre zurda que le azotaba con la mano izquierda, lo que se consideraba incorrecto. Dammit hace con frecuencia apuestas retóricas, acostumbrándose a la expresión "apostaría mi cabeza al diablo". Aunque el narrador intenta acabar con los malos hábitos de Dammit, fracasa. Sin embargo, siguen siendo amigos.
Un día paseando llegan a un puente cubierto. Es un lugar triste y oscuro, sin ventanas. Dammit, sin embargo, no se siente afectado por la melancolía del lugar y está inusualmente de buen humor. Mientras cruzan el puente, son detenidos por un torniquete que cierra parte de la vía. Dammit apuesta su cabeza al diablo a que puede saltar sobre él. Antes de que el narrador pueda replicar, una tos les alerta de la presencia de un viejecillo. El anciano está interesado en ver si Dammit es capaz de dar tal salto y le anima a ello. El narrador piensa que es incorrecto que un anciano empuje a Dammit a hacer el intento. Añade: "No me importa quién diablos sea".
El narrador observa mientras Dammit da un salto perfecto, aunque sobre el torniquete cae hacia atrás. El anciano coge rápidamente algo del suelo y se va cojeando. El narrador, después de examinar a su amigo, ve que la cabeza de Dammit ha desaparecido ("lo que podría ser una herida grave"). Se da cuenta de que justamente sobre el torniquete hay una aguda barra de hierro en el sitio donde el cuello de su amigo golpeó cuando dio el salto. El narrador recurre a los homeópatas, que "no le dieron suficiente medicamento y lo que le dieron dudó en tomárselo. Así que acabó empeorando y al final murió". Después de que los gastos del funeral se hayan quedado sin pagar, el narrador desentierra el cuerpo de Dammit y lo vende como comida para perros.

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