lunes, 18 de noviembre de 2013

El pozo y el péndulo (The Pit and the Pendulum). Edgar Allan Poe


El pozo y el péndulo (The Pit and the Pendulum) es uno de los cuentos más famosos y celebrados del escritor Edgar Allan Poe (1809-1849). Está considerado como uno de los relatos más espeluznantes dentro de la literatura de terror, pues transmite el abandono, la desorientación, el desconcierto y la desesperanza de una persona que sabe que va a morir. Fue publicado en 1842 en una revista anual llamada The Gift.
El nombre del relato proviene de un pozo situado dentro de la celda en la que se encuentra el protagonista, en la que también se encuentra un péndulo con una guadaña con el que le torturan. En esta obra Poe demuestra su dominio sobre el lenguaje y las técnicas narrativas más efectivas, para involucrar y hacer sentir al lector como un testigo directo de los agobiantes pensamientos y experiencias sufridos por el narrador.

"Larga y sin piedad es la tortura aquí por la sed de sangre inocente, sin saciar, sin alimentar. Ahora que la patria está protegida y rota está la gruta fúnebre, la muerte estuvo donde ahora hay vida saludable."
El narrador/protagonista comienza el relato, ya agotado, en una oscura celda en donde la Inquisición española encierra a las personas que condena, y donde la tortura que esta aplica consiste en la soledad, el abandono, la oscuridad, el frío y el hambre. El torturado protagonista se encuentra atado en casi su totalidad y experimenta la angustia de conocer su próxima muerte pues un péndulo desciende hacia él. Luego de medir el tamaño de su celda, éste descubre un profundo pozo con agua ubicado en el centro del sitio.
Seguro de que será muerto por la navaja del extremo de tal péndulo, se entretiene con la trayectoria del objeto, pero luego se le ocurre una idea, recordando que tiene a su disposición un poco de carne, comida que compartía con las ratas. Con dificultad logra rociar su cuerpo con un poco del alimento, y los roedores le saltan encima, comiendo y royendo la cuerda que le tiene atado. Ya liberado, de inmediato el péndulo se detiene y razona el hombre en cuestión que está siendo vigilado, y que ya se prepara para él una muerte quizá peor.
La habitación calienta su ambiente al rojo vivo y cambia de forma reduciendo su tamaño, haciendo que las paredes se cierren en torno de el protagonista, y empujándolo al borde del ominoso pozo. El narrador se ve en la disyuntiva de morir triturado o de lanzarse al pozo que originalmente iba a ser su "sepultura". Cuando se encuentra sin más espacio para huir, totalmente desesperanzado y a punto de tirarse al pozo, una mano lo sujeta y lo salva. La mano es la de un militar francés que había ocupado Toledo durante la Guerra de la Independencia española y descubierto las torturas a las que eran sometidas las víctimas de la Inquisición.

Relato reeditado en la revista Weird Tales de octubre de 1923.

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