lunes, 5 de agosto de 2013

La granja fantasma (The Phantom Farmhouse). Seabury Quinn


Relato de Seabury Quinn (1889-1969) publicado en el número de octubre de 1923 de la revista Weird Tales.

Weatherby, un clérigo protestante, que pasa una temporada de recuperación en un sanatorio situado en los bosques de Maine. Durante los días que permanece recluido por necesidad en el sanatorio, se siente cada vez más fascinado por los bosques que limitan con la carretera. Imagina que en ellos encontrará una acogedora granja habitada por una simpática familia de campesinos.
Enseguida que su salud lo permite, se dirige a aquel lugar al caer la noche. En efecto, encuentra la granja que había imaginado y es recibido afectuosamente por la familia que la habita. La hija de la familia, Mildred, es particularmente cariñosa con él, aunque no puede evitar una serie de detalles extraños: los rasgos de los habitantes de la casa recuerdan a los de un perro o un lobo, los dedos índices de sus manos son inusualmente largos, en todos sus dedos hay unas manchas rojizas que parecen indelebles y su habla es un tanto gutural.
Al comentar sus visitas con los otros pacientes del sanatorio, algunos se alejan de él con horror y el resto simplemente murmuran. Las visitas nocturnas de Weatherby son cada vez más frecuentes y se convierten en lo único interesante de su estancia en el sanatorio. Una noche, una compañera del sanatorio decide acompañarle por curiosidad. Se internan en los bosques, pero Weatherby no quiere llevarla a la granja. La visión de una pareja de perros persiguiendo a una oveja solitaria la llena de horror y regresan al sanatorio rápidamente. A lo lejos se oye aullar a lo que parecen lobos.
El jardinero del sanatorio, un francés llamado Geronte, le cuenta a Weatherby una extraña historia acerca de los loup-garou (los hombres lobo), que un primo suyo vivió de cerca en Francia. Weatherby no cree en aquellas historias, pero por la mañana uno de los mastines del sanatorio aparece muerto aparentemente atacado por un feroz animal. Geronte le cuenta que hace años vivía allí cerca una familia en una granja. Los campesinos del lugar los hicieron responsables de numerosas muertes de viajeros y acabaron con ellos incendiando la granja.
Una noche, durante la ausencia de sus padres, Weatherby declara su amor a Mildred. Ésta reconoce que le ama también, pero cuando intenta besarla le rechaza. La chica tiene la piel y las manos inusualmente heladas. El único favor que le pide al clérigo es que a la mañana siguiente acuda a la granja y rece ante tres tumbas abandonadas el oficio de difuntos oiga lo que oiga a sus espaldas. Al volver al sanatorio, dos criaturas parecidas a lobos le atacan, pero aparece una tercera que impide que lo maten.
Weatherby vuelve por la mañana y, mientras reza, siente la presencia de bestias feroces aullando a sus espaldas como si estuvieran a punto de atacarle. Al terminar y volverse no ve a nadie. Weatherby se desmaya por el horror y, al volver en sí, se encuentra con Geronte. Allí donde estaba la granja sólo quedan las ruinas de una chimenea

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